Comprar

La plata es difícil de imitar

Un agente experimentado puede pedir permiso para sujetar la pieza con su mano. Si se le concede, no empleará mucho tiempo en sentir su peso y su conducción térmica, observar su brillo (a ser posible bajo luz natural) y el detalle de sus relieves. Analizar la pátina en caso de haberla y el estado de conservación de la pieza. Hacer resonar la pieza de plata puede ser muy útil en caso de conocer su sonido característico (antiguamente era habitual lanzar con un toque una moneda al aire para comprobar su autenticidad mediante el oído). Acercar un imán puede ser una buena forma de buscar falsificaciones, especialmente para comprobar grandes lotes de monedas o joyas.

Un hombre comprueba la autenticidad de una moneda de plata, pintura en estilo cubista

Para juzgar una pieza de plata es fundamental el sentido común. Plantearse su procedencia más allá de la persona que está ofreciéndola en el trato, solicitándole información o investigándola. El formato de la pieza puede ayudar a verificarla. Una moneda de una onza de plata pura emitida por una entidad reputada será reconocida como verdadera por los agentes que utilizan la plata como medio de intercambio, especialmente si posee detalles en su forma que dificulten su falsificación (ver onza de plata), como es habitual. 

Falsificar una pieza de plata detallada es especialmente complejo y hacerlo supondría un coste muy superior al potencial beneficio de engañar al mercado con ella, incluso a gran escala. Falsificar un lingote poco detallado y de gran peso podría ser algo más rentable, incluso cubriendo su superficie con verdadera plata.

Un caso diferente sería el de una pieza de plata, cuyo precio fuera muy superior al precio del metal precioso que contuviera, por su relevancia histórica o por su escasez. Su imitación sí podría ser rentable incluso empleando verdadera plata en la falsificación. Este tipo de piezas salen de la categoría de plata para entrar en la sección de arte.